El periodo de adaptación es a la vez un camino y un proceso, no todos los niños/as lo están logrando con el mismo ritmo pues es algo que tienen que realizar por sí mismos, es una conquista personal y como tal hay que valorarla.
La temporalidad no es fija ya que depende de cada niño y de sus experiencias particulares. Os podemos decir que hasta mediados de octubre será normal que algunos peques sigan llorando al entrar, otros no parecen querer participar en las actividades, algunos ya corren por el patio y hablan de su mundo interior sin reparo en el momento asamblea... Y al final todos van a procesar esta nueva etapa de su vida como algo habitual y normalizado, es decir, cuando sean capaces de intercambiar experiencias, cuando hablen en casa de lo que sucede en el centro y en éste de lo que viven en casa, cuando acepten una comunicación afectiva con las profesoras y sus compañeros y cuando el contacto con ellos sea más abierto y espontáneo.
La temporalidad no es fija ya que depende de cada niño y de sus experiencias particulares. Os podemos decir que hasta mediados de octubre será normal que algunos peques sigan llorando al entrar, otros no parecen querer participar en las actividades, algunos ya corren por el patio y hablan de su mundo interior sin reparo en el momento asamblea... Y al final todos van a procesar esta nueva etapa de su vida como algo habitual y normalizado, es decir, cuando sean capaces de intercambiar experiencias, cuando hablen en casa de lo que sucede en el centro y en éste de lo que viven en casa, cuando acepten una comunicación afectiva con las profesoras y sus compañeros y cuando el contacto con ellos sea más abierto y espontáneo.
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